1763-1799 - Ansiedad y esperanza

Un período de transición

En los meses siguientes a la firma del tratado de París, se produce el éxodo de los administradores coloniales, de los militares franceses y de algunas familias y, como contra partida, la instalación del gobierno británico, junto al arribo de comerciantes, de especuladores territoriales y de colonos americanos e ingleses.

A pesar de todo, el destino del territorio que más tarde se transformaría en Canadá, aún no estaba sellado. Francia se encontraba reconstruyendo su marina de guerra y tal vez podría revertir su derrota. Las relaciones entre las colonias americanas e Inglaterra, se tensaban cada día más.

Con la esperanza de ganar la lealtad de los nuevos habitantes de la colonia transformada en provincia, los británicos adoptaron el Acta de Quebec en 1774. Esta ley garantizaba a los colonos la libertad de religión y restauraba el derecho civil francés que se hallaba suspendido desde el momento de la conquista. Asimismo, ampliaba las fronteras de la provincia incluyendo los territorios que dependían del Gobernador de Quebec bajo el régimen francés.

La Revolución americana trae consigo la guerra en lo que había sido la Nueva Francia. Las tropas americanas ocupan Montreal en 1775-1776, pero no pueden tomar Quebec. La revolución acarrea también, una importante consecuencia para Canadá : la llegada de un gran número de Leales, colonos americanos que continuaban fieles a la Corona y que huían de la persecución. Aunque algunos se instalaron en pueblos franceses, la mayor parte de los 30 000 refugiados, se establecieron en las zonas de las Marítimas, de Estrie, y en lo que actualmente es Ontario, desbrozando un territorio aún salvaje.

En el plano económico, el año 1783 vivió la creación de la Compagnie du Nord-Ouest, cuya casa matriz se encontraba en Montreal. Esta sociedad, competencia exitosa de la Compagnie de la Baie d’Hudson en el norte y del comercio americano en el sur, contribuirá a hacer de Montreal un polo económico del nuevo país que tomaba forma.

Retrato del General James Murray

Retrato del General James Murray

Quebec, Province of Quebec (Quebec), 1700.

Restablecimiento de la congregación

Exceptuando la destrucción de Louisbourg, fue en la región de Quebec donde el trabajo de la Congregación estuvo más seriamente comprometido. Las casas de la Congregación en Quebec y el Château-Richer fueron incendiadas durante el transcurso del sitio de Quebec, y la casa de Pointe-aux-Trembles de Quebec (actualmente Neuville) fue ocupada por las tropas. Sin embargo, la reconstrucción comienza aún antes de la firma del tratado de paz. En 1761, la casa de Pointe-aux-Trembles fue devuelta a la comunidad. Se reanuda el trabajo en Sainte-Famille de l’Île-d’Orléans. Las hermanas no regresan al Château-Richer pero, en 1763, trabajan en una nueva misión en Saint-François-de-la-Rivière-du-Sud. La casa de Quebec fue reconstruida en 1770.

En Montreal, donde la guerra no causa tanta destrucción, un encuentro casual entre dos hermanas de la Congregación y el general Jeffrey Amherst, en 1760, parece inaugurar una época de relaciones amigables con las nuevas autoridades. Tanto como sus conciudadanos, las hermanas conocieron las privaciones y la pobreza provocadas por la devaluación masiva de la divisa y por la pérdida de los recursos que venían de Francia. Sus problemas se agravan cuando, por segunda vez, la Congregación pierde su Casa madre y todo lo que ella contenía, durante un incendio en 1768. Gracias al apoyo de los Sulpicianos, el obispo y de otros benefactores, las hermanas reconstruyen su casa y la capilla de Notre-Dame-des-Victoires.

En 1780, las dificultades de la época acarrean el cierre de las primeras misiones de la Congregación, la de Lachine y la de Champlain. Pero en 1783 y 1784 se abren nuevas casas en Saint-Denis y en Pointe-Claire. En 1769, la Congregación concluye la compra de la isla Saint-Paul (actualmente la Île-des-Sœurs), cuyas granjas sostendrían la comunidad y sus obras hasta mediados del Siglo XX.

Recuperación de objetos en las ruinas de la Casa Madre

Recuperación de objetos en las ruinas de la Casa Madre

Montreal, Province of Quebec (Quebec), 1768.

La fidelidad del pasado

Durante la noche del 11 de abril de 1768, las hermanas de la Congregación se despiertan sobresaltadas : la Casa madre de Montreal estaba en llamas. Las residentes pudieron salvar sus vidas, pero la inmensa hoguera destruyó 90 casas, dos iglesias y una escuela. Tal como sus antecesoras en 1683, las hermanas se refugian en casa de sus vecinas, las hermanas del Hôtel-Dieu. La situación era precaria, al punto de ofrecer a las novicias retornar a la casa familiar. Éstas escogen quedarse y formar parte de la reconstrucción. Para la ejecución de este proyecto, la Congregación recibe el apoyo de los Sulpicianos, en particular, de su superior, Étienne Montgolfier.

Por otra parte, no fue ésta la única manera en que el Señor Montgolfier brindó su generosa ayuda a la Congregación. En efecto, él recopiló toda la información disponible sobre Marguerite Bourgeoys y los comienzos de la Congregación, para redactar una biografía que se transformaría en la primera obra del género publicada en Canadá. También se ocupó de preservar un recuerdo más tangible sobre Marguerite Bourgeoys y la fundación de Montreal : la capilla Notre-Dame-de-Bon-Secours, arrasada por un incendio en 1754, donde los británicos pensaban construir sus barracas militares. En los años 1771-1773, Montgolfier se pone a la cabeza del movimiento que conduce a la reconstrucción de la capilla en el mismo sitio.

Otro signo que marcó la voluntad de la Congregación de permanecer fiel a sus orígenes fue la compilación del «Coutumier». Esta obra consignaba por escrito las costumbres y las tradiciones de la Congregación.

Retrato de Étienne Montgolfier

Retrato de Étienne Montgolfier

Ville-Marie (Montreal), Nova Francia (Quebec), 1700.

Preservar la fe católica

Inmediatamente después de la conquista, el ministro inglés de las Colonias, había expresado claramente la intención de establecer la Iglesia Anglicana en Canadá y de llevar a sus habitantes y a sus hijos a abrazar progresivamente, la religión protestante. Para lograrlo, contaba con abrir escuelas protestantes en cada condado. El general James Murray, gobernador militar de la colonia de 1762 a 1766, y Sir Guy Carleton, que lo sucedió como gobernador civil, se mostraron favorables a los canadienses y tolerantes hacia la Iglesia Católica. Este no era el caso de todos los recién llegados, puesto que algunos eran a la vez, antifranceses y anticatólicos. Por otra parte, si los dos gobernadores se abstuvieron de instituir una asamblea de electos, fue también porque en virtud de la ley británica de la época, ningún católico hubiera podido formar parte de la misma, lo que habría dejado a casi 70 000 canadienses, al poder de un puñado de comerciantes anglo-protestantes.

Había aún otra amenaza que pesaba sobre la Iglesia Católica en Canadá. Monseñor Plessis había muerto el día anterior a la conquista, y hasta que no fuera designado un nuevo Obispo, no podían llevarse a cabo ordenaciones sacerdotales. Murray consiguió convencer a Londres de autorizar la consagración episcopal de Jean-Olivier Briand, en 1776, pero aún así faltarían sacerdotes, a pesar del arribo de algunos refugiados de la Revolución Francesa.

Las actitudes y las políticas de Murray y de Carleton, inspiraron las disposiciones del Acta de Quebec que, en 1774, acordó la libertad religiosa. Pero la situación continuaba precaria. El trabajo de docentes como las Hermanas de la Congregación y la preservación de las escuelas, revestían una importancia decisiva para la supervivencia de la fe católica.

Clase al final del siglo XVIII

Clase al final del siglo XVIII

Montreal, Province of Quebec (Quebec), [después de 1783].