1700-1762 - El fin de un régimen

Años de turbulencia

La promesa de paz que inauguró el siglo XVIII no dura. En 1702, la guerra de la Sucesión de España una vez más pone la Nueva Francia en un conflicto : la suerte del continente depende de las ambiciones dinásticas y imperiales europeas. Las cláusulas del tratado de Utrecht, que pone fin a la guerra de 1713-1714, tendrán graves consecuencias para el futuro de los establecimientos franceses en las riberas del San Lorenzo : Francia cede a Inglaterra la Acadia, Terre-Neuve y los puestos de tráfico del Norte que la Compañía de la Baie d’Hudson codicia. Estas pérdidas van a dañar las comunicaciones con la madre patria y el crecimiento del comercio de peletería.

Siguen unos treinta años de paz relativa. Aunque el tráfico de peletería queda la principal fuente de riqueza de la colonia, el intendente Gilles Hocquart favorece el desarrollo de los astilleros, la industria de la madera y de la pesca así que la fabricación en el lugar de los bienes necesarios a la colonia. Durante este período, la población crece rápidamente, pasando de menos de 19 000 habitantes a más de 50 000 en 1744. Desgraciadamente para la Nueva Francia, este crecimiento hace triste cara en comparación con el de las colonias inglesas, cuya demografía duplica cada veinticinco años, la población de New York sobrepasa a sí sola la de la Nueva Francia. Esta población en expansión tiene una urgente necesidad de espacio nuevo y se siente estorbada por las reivindicaciones territoriales de Francia en el Nuevo Mundo. Las peleterías provocan más y más conflictos en medio del continente (lo que llamamos hoy el Midwest americano).

Al final de los años 1740, el país se hunde más y más profundamente en las hostilidades que condujeron a la guerra de Siete Años. Como sus familias, alumnos y lo demás contemporáneos, les hermanas de la Congregación sufren una guerra que va a cambiar el destino de América del Norte. Como ellos y con ellos, ellas deben ahora hacerle frente a las incertidumbres y las adaptaciones que impone la vida bajo un nuevo régimen.

Copia antigua del manuscrito de Charles de Glandelet titulado «El Verdadero Espíritu de Marguerite Bourgeoys y del Instituto de las Hermanas Seculares de la Congrégation de Notre-Dame establecidas en Ville-Marie en la Isla de Montreal en Canadá»

Copia antigua del manuscrito de Charles de Glandelet

Montreal, Nova Francia (Quebec), [17-?].

Víctimas de luchas imperiales

Casi desde su llegada en Nueva Francia, Monseñor Jean-Baptiste La Croix de Chevrières de Saint-Vallier desea que la Congregación se establezca en Port-Royal, en Acadia. Cuando Acadia pasa en manos de Inglaterra con el tratado de Utrecht, Monseñor opta por la Isla de Cap Breton.

Con muchas dificultades, la primera hermana de la Congregación llega en la nueva fortaleza de Louisbourg en 1727 y , en diciembre del dicho año, treinta y dos internas frecuentarán la escuela que ella fundó. En 1734, seis hermanas de la Congregación viven en Louisbourg donde acogen externas e internas. Vista la distancia hacia Montreal ellas están autorizadas a recibir a unas novicias en el lugar. En 1745, al término de un estado de sitio horrible, la fortaleza sucumbe al ataque terrestre dado por la milicia de la Nouvelle-Angleterre, sostenida por una escuadra de la marina inglesa. Al contrario de las condiciones del acto de capitulación, los civiles son tratados duramente, sacados de lo que queda de sus hogares, sus mujeres violadas, la ciudad saqueada. Las hermanas y las estudiantes son embarcadas y enviadas en Francia.

La fortaleza devuelta a Francia en 1748, las hermanas sobrevivientes regresan a Louisbourg en 1749 donde encuentran su casa en ruinas. Los años siguientes están marcados por innumerables dificultades hasta que Louisbourg caiga en manos de los Ingleses en julio del 1757, y que les hermanas y sus alumnas estén de nuevo expulsadas hacia Francia. Alojadas en un orfelinato en Larochelle, las hermanas siguen enseñando a sus alumnas. Las refugiadas conocen peligros y dificultades en otros lugares durante las últimas etapas de esta guerra, pero son las hermanas sacadas de Louisbourg que viven las consecuencias las más dramáticas. A pesar de que todas son nativas de Canadá, ninguna volverá a ver a su país natal.

Ataque británico al momento del segundo estado de sitio

Ataque británico al momento del segundo estado de sitio

Louisbourg, Nueva Escocia, 1758.

A pesar de todo sigue el trabajo

El crecimiento rápido de la población francesa en el valle del San Lorenzo, a mediados del siglo XVIII, no depende tanto de la emigración sino del crecimiento natural favorecido por un bajo porcentaje de mortalidad infantil. Eso significa, por supuesto, más y más niños y entonces una mayor necesidad de enseñantes. La Congregación crece para responder a la demanda hasta que en 1747 Monseñor Henri-Marie Dubreuil de Pontbriand limita sus efectivos a ochenta miembros. Aunque la mayoría de estas mujeres son las descendientes de colonos franceses, algunas son también de origen inglesa y amerindia, es sobre todo a causa del trabajo que se realiza en la misión de la Montaña y en el Lago-des-Deux-Montagnes. El trabajo continua también, o prosigue, en otras misiones establecidas en el siglo XVII.

La Casa Madre de Montreal se amplia, sobre todo, con la construcción del pensionado Notre-Dame-des-Anges. Una dotación de Jeanne Le Ber, la heredera reclusa, permite a la comunidad de recibir gratuitamente un cierto número de estudiantes pobres. Las hermanas siguen enseñando en Quebec y en la Isla de Orleans. La misión de Lachine abre en 1702, la de Champlain en 1703 y la de Prairie-de-la-Madeleine en 1705. Se establecen nuevas misiones en Pointe-aux-Trembles de Quebec en 1715, en Louisbourg en la Isla de Cap-Breton en 1727 y en San Lorenzo (Montreal) en 1732. Sin embargo, los planes para abrir una fundación en Detroit, en los años 1740, deben abandonarse a causa de las tensiones crecientes en la región. Las hermanas continúan a enseñar en las escuelas del pueblo.

En 1721, al término de una visita en Nueva Francia, Pierre-François-Xavier Charlevoix rinde un homenaje al trabajo de la Congrégation de Notre-Dame. Gracias a los esfuerzos de las hermanas, escribe, el ha visto en Canadá a «mujeres, en la más honda indigencia y miseria, perfectamente instruidas de su religión, que no ignoran nada de lo que deben saber para atender útilmente sus familias y que, por sus modos, su manera de expresarse y su culto, no lo ceden en nada a las personas que entre nosotros fueron educadas con más cuidado».

Tercera Casa Madre

Tercera Casa Madre

Ville-Marie (Montreal), Nova Francia (Quebec), [17-].